Escuchando a Wilco aquella noche, Jorge Marazu tenía en la cara la misma expresión que se les quedó a esos padres levantados de madrugada que iban a colocar juguetes y encontraron a los reyes magos tomando whisky en el salón. Fue hace cerca de un año. Habíamos quedado para ver juntos el concierto de la banda de Chicago en el festival Noches del Botánico y para él era la primera vez. Hacía el calor con el que en los últimos años el verano sitia Madrid y Jorge venía alterado por las expectativas, así que antes de que empezara el bolo ya sudaba sentimiento. Mediado el concierto se subió a la grada con Pollo, pensé yo entonces que apabullado por la temperatura y la emoción, pero ahora creo que lo hizo para tomar la distancia precisa. Me quedé en la pista con Nacho Mur, otro músico pasional al que vi flotar cuando en los bises Tweedy y los suyos se desenchufaron para tocar, entre otras, California Stars (joder, cómo tiene que ver ese concepto musical con dónde anda metido Nacho un año después) y nos reunimos con Marazu al terminar. Intentamos usar tantas palabras para describir lo que acabábamos de vivir que nos faltaron las adecuadas.
Chema Doménech Foto: Juan Pérez-Fajardo
La tarde siguiente recibí por whatsapp un audio de Jorge. Era un boceto de canción grabado con el móvil a guitarra y voz, una primera idea en la que llevaba todo el día trabajando compulsivamente bajo el influjo del concierto de la noche anterior. Ahí estaba prácticamente terminada Cometa, una de las canciones que ha estrenado hoy en versión acústica como adelanto de su próximo disco, Lumínica, del que formará parte. Un tema escrito por impulso, siguiendo la estela del cometa procedente de Chicago que atravesó simultáneamente el calor de Madrid y el pecho de Marazu hace un verano.
A veces se alinean los astros, dicen. O es el azar jugando en tu equipo, quién sabe. Ocurrió el día que Jorge Marazu y Toni Brunet comenzaron a trabajar juntos. No es que el primero sea un invento del segundo, no, pero Toni es responsable en buena medida de las cotas de calidad que Jorge ha ido escalando en los últimos tiempos. Su trabajo conjunto es el resultado de una misma manera de encarar el oficio y y de dos personalidades diferentes pero que se reconocen y se complementan. La sensibilidad extrema de Marazu domesticada por la experiencia y el bagaje musical de Brunet. Una creatividad desbordante, la del abulense, canalizada por la inteligencia y el buen gusto del mallorquín. Una química que ha funcionado desde el primer día y que, por lo que escuchamos hoy, promete seguir siendo así en el futuro. Se vio en proyectos tan arriesgados como La ruta de los colmaos, aquel espectáculo que actualizaba un género a veces denostado como es la copla, y se vio de nuevo en Escandinavia, que acaba de cumplir dos años desde su publicación y que sigue siendo, para quien esto escribe, un disco con una profundidad de abismo, un paisaje en el que perderse cada cierto tiempo. Ambos trabajos fueron dirigidos musicalmente por Toni Brunet.
Puede decirse que la luz que desprende Jorge Marazu brilla más intensamente cuando es el productor quien pulsa el interruptor. Queda de manifiesto en este avance acústico de Lumínica estrenado hoy, en el que aparece esa preciosa Cometa que ambos han sabido situar en la estela de Wilco a partir de la guitarra de Toni y de un ritmo ascendente que desemboca en un sonido torrencial, todo ello sin perder el sello personal de Marazu. El War on war de un tipo de Ávila con vocación universal. Alguien que mira con ojos nuevos de niño para escribir con pluma lúcida de viejo. Nadie sabe qué le escuece en el alma, o quizás él sepa lo que escuece en la nuestra, pero ahí sigue a lo suyo disco tras disco, sorprendiendo, arriesgando, sufriendo, explorando nuevas rutas y rebuscando en los cajones de su vida pasada, repletos de canciones. Para él todos los caminos llevan a la música, y a la empresa de recorrerlos dedica casi toda su energía.
Hace tiempo Basilio Martí, primer productor de Marazu, aseguraba estar convencido del triunfo de Jorge. «Le va a costar pero va a llegar, porque con ese talento es imposible que no llegue», fueron sus palabras. Puede que estemos a las puertas de ese reconocimiento amplio que auguraba Basilio. Marazu ha cumplido ya sueños vitales escribiendo canciones para Pasión Vega o para el mismísimo Raphael. Su próximo disco, Lumínica, del que Brunet vuelve a ser productor, será alumbrado (valga la redundancia) bajo el paraguas de una multinacional como Universal Music, que al fin ha decidido apostar por el artista. Ojalá sepan tratarlo ahí adentro como merece.
Tal vez Jorge Marazu sea ya una cometa volando sin cordón, un músico que puede permitirse vivir definitivamente abrazado a su verdad, la misma que resplandece en sus canciones. Cuando quede constatado, haré como hizo él la noche de Wilco. Me subiré a la grada a disfrutar y tomar la distancia precisa.
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