“Te lo voy a contar, tío”, dijo Quique González mientras se encendía un pitillo en la puerta del garito, tras el bolo de unos amigos. “De momento guárdatelo, ¿vale?”, añadió antes de soltar el humo y la noticia que le quemaba dentro: en otoño se publicaría una edición integral de Delantera Mítica. Sería un triple CD con las canciones del álbum en las tres versiones que completan su proceso vital, es decir, las maquetas originales, la grabación realizada en Nashville y los temas interpretados en vivo durante la gira. También se incluiría un libreto con textos del autor sobre cada canción. “Sé que te importa. ¿Por qué no vienes a Cantabria unos días y escribes algo?”. Semanas después de esta conversación y de aceptar la invitación del músico a su refugio en el valle cántabro, ya hay primicia. El 22 de octubre verá la luz Delantera Mítica, Obra Completa, una edición limitada y numerada del noveno disco del rockero madrileño. Esa canción me suena publica hoy algo que también le quema dentro: la crónica en exclusiva de unos días de ilusión, amistad y música mientras se gestaba este proyecto.
Texto y fotografías: Chema Doménech
Quique González no ha dormido ni tres horas pero se ha levantado sorprendentemente fresco. La noche se alargó hasta las siete de la mañana y, aunque apenas han dado las diez, él ya está duchado y trastea en la cocina afanado en preparar el desayuno. “La liamos muy parda ayer, ¿eh?”, le dice riendo a su amigo César Pop cuando la figura somnolienta de éste asoma por la puerta del estudio que ocupa la planta baja de la casa de Quique cerca de Villacarriedo, en Cantabria. Es el mismo estudio en el que los dos músicos trabajaron durante jornadas interminables a lo largo de varios meses, ensamblando con la paciencia y el amor de dos orfebres las canciones que tomarían su forma final en Delantera Mítica, el álbum que hace el número nueve en la discografía de Quique González. El lugar en el que ambos prepararon las maquetas con las que el madrileño se presentó el otoño pasado en Nashville (Tennessee, EEUU) para registrar ese disco. La misma estancia decorada con fotos de Elvis en cuyo sofá César ha descansado las escasas tres horas transcurridas desde que ambos músicos dieron por finalizada la noche tras haber cantado, tocado, bebido y reído hasta el amanecer, literalmente.
“Sí, se nos fue un poco de las manos”, responde César reprimiendo un bostezo. Cualquiera que escuchase la conversación imaginaría que la de ayer fue una noche de excesos y desenfreno, y no se equivocaría. El exceso consistió en sentarse a comer en el restaurante de Fonso a las dos de la tarde, desenfundar una guitarra en los postres y levantarse de la mesa a las tres de la madrugada, con infinidad de risas y canciones -y bastantes copas- encima. El desenfreno, en no poder parar una vez en casa, y ver las luces del alba cantando a pleno pulmón, por ejemplo, Mariposa Tecknicolor, de Fito Páez. Ocurrió lo mismo la última vez que ambos habían coincidido, unos días antes. Acabaron con el sol ya alto encerrados en un bar libertario del centro de Madrid, entre canciones y amigos. Música y amistad, los dos pilares esenciales en los que se apoya la existencia de Quique González.

Ahora Quique está preparando café y tostadas mientras en la casa suena a todo volumen We’re Alright Now, el primer corte de Mystic Pinball, de John Hiatt. Es el vinilo que compró en Grimey’s, la famosa tienda de discos de Nashville, al día siguiente de llegar a la ciudad para grabar Delantera Mítica en los estudios Alex The Great bajo la batuta de Brad Jones. Fue una buena inspiración para esas semanas en las que el músico transformó en algo tangible el trabajo de dos años escribiendo, arreglando y sufriendo canciones en la soledad del valle cántabro. Dos años en los que terminó de madurar el fruto que quizás más feliz haya hecho al artista desde que comenzara su carrera profesional en 1998 con la publicación del disco Personal.
Al menos así es como se muestra Quique González: feliz. Con su disco, con sus canciones, con su banda, con sus amigos… Vive con la satisfacción de quien ha visto cumplirse las expectativas. Hace algo más de un año, durante un encuentro precisamente en Villacarriedo, el músico hablaba del trabajo con un brillo en los ojos indisimulable. Aún no lo había grabado, ni siquiera tenía claro el título, pero era consciente de la calidad de la materia prima que había conseguido reunir en los 11 temas del álbum y se mostraba incapaz de ocultar lo ilusionado que estaba. Pasado el tiempo, y ya con la serenidad de haber comprobado que público y crítica han justificado con su apoyo esa ilusión, Quique conserva el mismo brillo en la mirada.
Gira en Argentina y ‘triple’ Delantera Mítica
Y en ese estado de gracia se ha embarcado en dos proyectos que le mantienen muy arriba el entusiasmo. El primero, arriesgado para los tiempos que corren, es su actual mini-gira en Argentina. El madrileño podría haberse asegurado la ganancia económica cruzando el charco con la única compañía de su guitarra acústica, pero ha preferido ofrecer a su cada vez más numeroso público argentino el potente show que se pudo disfrutar en España en el tour de presentación de Delantera Mítica. Por ello el concierto del 27 de septiembre en Buenos Aires será con la banda al completo, aunque eso le cueste dejarse el beneficio de los dos llenos de La Riviera en hoteles y billetes de avión. Recurriendo de nuevo a una canción de Fito Paéz -argentino por cierto- Dar es dar. Así lo entiende el rockero, que justifica esta decisión con un argumento incontestable: “Es lo que me apetece. Quiero que los amigos argentinos vean lo que tenemos ahora mismo encima del escenario”.
El segundo de sus planes a corto plazo hará muy felices a sus seguidores más acérrimos. Para el próximo 22 de octubre está prevista la publicación de una edición integral de Delantera Mítica. Con el subtítulo Obra Completa, será un triple CD que incluirá, junto al álbum original, la maquetas registradas con César Pop en el estudio santanderino de Fernando Macaya y los temas interpretados en directo por la banda durante la gira de presentación del disco. La edición, que será limitada y numerada y verá la luz a través de Last Tour Records, contendrá un cuidado libreto interior con abundante material gráfico y, por primera vez en su carrera, reflexiones personales de Quique sobre cada una de las canciones.
Según él mismo comenta, «es una edición pensada para los más fans, una manera también de agradecerles el apoyo que nos ofrecen desde hace mucho tiempo. Se trata de algo especial, yo creo que no es habitual mostrar todo el proceso de unas canciones desde que nacen hasta que se presentan en vivo ante el público”.
De esta forma, quizás el músico desvele en esos textos personales las historias íntimas que hay tras canciones como La fábrica, Me lo agradecerás o Parece mentira, o los impulsos que le llevaron a escribir letras como las de Tenía que decírtelo, ¿Dónde está el dinero? o Viejos capos. «Soy consciente de que mis canciones no son narraciones lineales, sino que dejan abierto su significado”, admite él. “Me gusta esa manera de narrar, a través de imágenes y sensaciones. Yo me inspiro en lo cotidiano, en lo que me rodea, soy mucho de ‘robar’ las historias de otros. A veces las cosas son mucho más simples de lo que pueden parecer”.
Reunión en Cantabria
Precisamente, esta edición especial de Delantera Mítica es el motivo por el que Quique ha invitado estos días a su casa en el valle a César Pop y a Fernando Maquieira, el fotógrafo que lo acompaña desde el primer disco, con la intención de realizar las fotografías que ilustrarán el libreto de este proyecto. La idea es recrear en imágenes esas larguísimas jornadas en las que González y Pop, armados con sendas guitarras acústicas o sentados al piano, iban cosiendo y descosiendo las costuras que finalmente hicieron de las canciones de Delantera Mítica un tejido imperecedero. Gracias a la generosidad del músico madrileño, Esa canción me suena también participa de esta reunión de amigos en la que trabajo y placer se funden en una misma cosa. Durante estos días en Cantabria habrá tiempo para conversar sobre música, para tocarla, para reírse a carcajadas, para zambullirse en el mar, para pasear por parajes maravillosos… En definitiva, será un momento propicio para acercarse a la intimidad de quien al parecer de muchos, incluido quien esto escribe, es el más completo compositor que ha dado el rock nacional en años, un pionero con el talento y coraje suficientes para abrir nuevos caminos y un referente.

La banda
Ya huele a café en toda la casa y Kima revolotea por los rincones feliz de sentirse tan acompañada. “Es la mejor perra del mundo”, sentencia su propietario sonriendo antes de compartir con ella unas galletas. Kimara, de tres años, se deja querer y responde efusivamente a las carantoñas que le dedica Quique. Ella también es un espíritu libre.
Mientras, la voz de John Hiatt sigue extendiéndose por el valle pero su protagonismo va a durar ya poco. El músico está impaciente por escuchar las mezclas del disco en directo que saldrá en la edición completa de Delantera Mítica, que le acaban de llegar vía Internet. Él personalmente ha seleccionado cada una de las tomas, ya que dispone de grabaciones de todos los conciertos de la gira. Así, tras dar cuenta del desayuno en el jardín desde el que se avistan enormes prados en los que pastan las vacas con aire despreocupado, Quique entra en el estudio, enciende su iMac y graba los cortes en un CD que a continuación pincha en el equipo a un volumen muy alto.
Su semblante cambia entonces repentinamente. Hasta hace un momento todo eran risas y bromas, pero su gesto se ha tornado serio y concentrado. Fumando un cigarrillo tras otro, descalzo, con el cabello húmedo y despeinado, la siguiente hora y media la dedicará a pasearse inquieto por la sala, atento a cada detalle de lo que está sonando en los bafles. Desde ellos, Edu Ortega, Pepo López, Boli Climent y Edu Olmedo, su banda, además del propio Quique, demuestran por qué han llenado cada sala donde han actuado durante la última gira.
Quique González escucha y analiza minuciosamente los temas, algunos varias veces, y, al fin, se muestra satisfecho. Las canciones suenan contundentes, poderosas, brillantes, afiladas. Son el reflejo fiel de un disco y de una gira con los que el autor madrileño ha conseguido los mayores reconocimientos de su carrera, ya de por sí plagada de trabajos intachables. “¿Mola, no?”, pregunta al cabo de un rato aunque él conoce la respuesta mejor que nadie.
Durante los últimos meses el artista no ha parado de elogiar a los músicos que lo acompañan en el escenario. “Tenemos un alto grado de conexión, no sólo a nivel musical. Siento realmente que somos una banda. Todos son músicos enormes, de lo mejor del país, pero también grandes tipos que contagian su entusiasmo. Yo no puedo estar más contento y creo que a ellos les ocurre lo mismo”, afirma el rockero madrileño y de nuevo aparece el brillo en sus ojos. Como queriendo corroborar esta afirmación, el iPhone de Quique recibe poco después varios whatsapp de Pepo López, el guitarrista. Estos días está de promo con su banda, Chivo Chivato, e irá compartiendo sensaciones y anécdotas con “el jefe”.

Complicidad
Da la impresión de que, para Quique, estrechar lazos de complicidad con la gente de la que se rodea es un factor esencial. César Pop, por ejemplo. Más que un amigo, efectivamente, un cómplice, un compinche, un socio. Ambos se profesan admiración mutua y se entienden con una simple mirada, ya sea para cambiar a Sol 7 o para pedir la penúltima copa de Havana 3 con coca-cola. Han trabajado juntos horas incontables, han compartido escenario muchas veces y existe una gran conexión entre ellos. Los dos viven la música con pasión las 24 horas del día, es el lugar común hacia donde conducen cualquier asunto.
Comparten un parecido sentido del humor y últimamente han inventado un juego que consiste en enfrascarse en conversaciones imaginarias, del tipo: -”Entonces, ¿tenemos bolo esta noche?” -”Sí, déjame que haga un par de llamadas” -”¿Sabes si vendrán Bárbara y sus amigas?” -”Claro César, yo creo que ya no están enfadadas”…. Así se pueden pasar un buen rato ante el desconcierto de quien desconozca su juego, que no sabrá si hablan en serio o todo es, efectivamente, una broma. Ambos disfrutan juntos y lo transmiten continuamente. Los dos se han tatuado en el bíceps derecho la pantera que aparece en la portada de Delantera Mítica. Forman un buen equipo Quique y César, González y Pop.
En el proceso de gestación de Delantera Mítica también ha sido importante el nombre de Fernando Macaya. Mac, guitarrista de Los Deltonos, tiene su parte de responsabilidad en la trayectoria de Quique en los últimos años, desde que el madrileño decidiera mudarse a Cantabria. Él mismo lo ha relatado en alguna ocasión: al poco de comenzar a vivir en el valle, un día entró a comprar cuerdas a la tienda de instrumentos que Macaya regentaba en Santander y terminaron grabando al piano en la trastienda una versión de Ford Capri del 82. Aquella tarde se hicieron amigos y desde entonces Mac ha ejercido como colega y apoyo en el terreno musical de la experiencia cántabra de Quique González. La mayoría de las demos finales de Delantera Mítica se grabaron en su estudio santanderino y su guitarra suena en algunas de ellas.
Fernando Maquieira es otro ejemplo de lo importante que resulta para Quique sentirse rodeado de personas de total confianza. Se conocieron hace más de 15 años, cuando Maquieira hizo las fotos para Personal, y desde entonces no han dejado de trabajar juntos. Es el responsable de las fotografías de todos los discos del madrileño. Como en el caso de César o de Mac, aquí la fructífera relación profesional se combina con una excelente sintonía personal. Fer es un tipo simpático, culto y amante también de la música, que no duda en agarrar la guitarra y lanzarse a tocar temas de Nacha Pop o de Neil Young o incluso alguno propio. Cuando empuña la cámara, sabe llevar al artista hasta el terreno donde necesita situarlo, y éste se deja guiar. Estos días en Cantabria el músico se pondrá a las órdenes del fotógrafo y aceptará cada una de sus sugerencias, aunque eso suponga meter la “rula” (la enorme y preciosa furgoneta americana de Quique, una GMC Vandura adquirida en Alemania) en algún lugar de difícil acceso.
Los detalles
Hoy por ejemplo, Maquieira sugiere hacer unas fotografías en la playa al atardecer. El plan consiste en aparcar la furgoneta en la orilla y fotografiar a Quique y a César mientras tocan con las guitarras en el interior del vehículo. Esa será la excusa para terminar nadando en las frías aguas del Cantábrico y echando una carrerita por la arena, antes de degustar unos excelentes gin tonic en la terraza de unos amigos del músico.
Quique conduce hacia la costa mientras en los altavoces suenan de nuevo las mezclas de los temas de Delantera Mítica interpretados en directo. Hace horas que no para de darles vueltas, por si ha pasado por alto algún detalle que no encaje, aunque no parece el caso. Ahora su preocupación es el orden en el que irán editadas las canciones. César Pop, en el asiento de al lado, se arma de libreta y bolígrafo y comienza a escribir. Cuando el músico aparca la furgoneta en Puente Viesgo, donde el grupo hará un alto para comer un magnífico arroz con carne y verduras, Pop le pasa a Quique una hoja manuscrita y le dice: -”Toma, aquí tienes el orden de las canciones”. -”¿En serio César?” -”Totalmente, ni lo dudes. Ése es el orden”. -”Entonces ya podemos hacer bolo esta noche. ¿Llamo a Bárbara y a las demás?”….
Una vez abandonado el terreno de las bromas, Quique telefoneará esa misma tarde a Ángel Medina, el ingeniero responsable de esas mezclas de las canciones en directo, para darle las gracias y felicitarle por su trabajo. Es otro detalle que tampoco deja pasar por alto.

Fonso y el anclaje al valle
El artista madrileño lleva casi una década viviendo parte del año en su casa de Cantabria, algo que ha influido decididamente en su música. La vivienda está aislada en una colina, por eso cuando abre la ventana de su dormitorio cada mañana, el rockero que comenzó su carrera situando sus historias en el asfalto urbano («con las manos manchadas de barrio») divisa frondosos bosques de eucaliptos, praderas de intenso color verde y la bruma levantándose en el valle. Los únicos sonidos que acompañan estos amaneceres son el piar de los pájaros y el rumor de los cencerros de las vacas pastando en los prados. Probablemente, sin esta experiencia cotidiana Delantera Mítica no sería lo que es, un disco en el que hay madera y hierba, sol, lluvia y niebla. Quizás para otro hubiera sido difícil adaptarse a la vida en el valle, pero Quique González ha encajado en esta tierra bellísima y dura, agreste y acogedora. Aunque su alma noctámbula le impulsa a escaparse de vez en cuando a Santander, o a Madrid, se suele llevar bien con esas noches en soledad que él llena de libros, de películas, de poemas o de canciones.
No obstante, el anclaje de Quique a este rincón de los valles pasiegos tiene un nombre propio: Fonso. Es el alma del restaurante ‘Las Piscinas’ de Villacarriedo, un lugar mágico no sólo desde el aspecto gastronómico, en el que raya a un nivel espectacular. Fonso posee ese tipo de sabiduría que da vivir pegado a la tierra, es un cántabro alegre y generoso siempre dispuesto a cantarse una ranchera de José Alfredo o un corrido de Los Tigres del Norte. Él y su gente son la familia del músico en Cantabria, las personas que lo cuidan y en quienes confía. “Fonso es de los mejores amigos que he tenido en mi vida”, asegura Quique. “Sin él y su familia probablemente yo no estaría aquí. Siempre que vuelvo de bolo, antes de nada paso por el restaurante a verlos. Es mi manera de sentir que estoy otra vez en casa”.
Mientras pronuncia estas palabras, cruza por delante de la mesa uno de los protagonistas de Me lo agradecerás, la primera canción que escribió para Delantera Mítica. El tema narra una historia real de dos hermanos de Villacarriedo y contiene una de las imágenes más sugerentes y emocionantes de todo el álbum: “Cuando te vuelva el corazón a su sitio, me lo agradecerás”. “Gracias a ti tengo un disco, tío”, le dice el músico. “Anda ya Quique, que siempre estás con lo mismo”, responde el chaval alegremente y restándose importancia.
Cada año, Fonso participa activamente en la organización del Festival de Música de Villacarriedo, que se celebra en una campa detrás de ‘Las Piscinas’ y en el que se dan cita grandes artistas del rock nacional. El pasado junio se celebró el de este año con la presencia, entre otros grupos, de Los Zigarros, que con su disco homónimo han irrumpido como un huracán en la escena musical. Esa noche, mientras la banda valenciana destilaba su rock’n’roll de corte clásico, Quique González sirvió copas en una barra hasta las seis de la madrugada. Es una muestra de hasta qué punto el artista está integrado en el valle, por el que se mueve con su furgoneta como un vecino más y donde todos lo conocen simplemente como Quique.
En la intimidad
Porque, despojado del traje de ídolo, de ‘puto héroe’, Quique González es ese tipo que te gana en las distancias cortas. Se comporta como el atento anfitrión capaz de ceder todas las habitaciones de la casa a sus invitados para dormir él en el sofá. Se muestra amable y educado con cualquier admirador que se acerca a saludarlo o a pedirle una foto. Nervioso, incapaz de parar quieto un momento, es un entusiasta de la música que no se cansa de comentar anécdotas relacionadas con ella y de elogiar a compañeros como Leiva, Lichis, Calamaro o Lapido, por quien siente devoción. Es sensible, inteligente y obstinado, y en cuestiones musicales tiene un criterio establecido, una amplia visión y las cosas muy claras. En este sentido, su trayectoria es un ejercicio de constancia y coherencia. Vive cada momento con intensidad, sin preocuparse de lo que hará dentro de dos horas. Ante la simple perspectiva de dar un paseo por el monte con Kima puede mostrarse tan ilusionado como si acabara de escribir Pequeño rock and roll.
Quique posee el encanto de los grandes tímidos, aunque no es difícil descubrirlo en su faceta más gamberra y desinhibida. De hecho, salta de una a otra con absoluta naturalidad, de forma que puede estar comentando en tono de confidencia el impacto emocional de un poema de Luis Garcia Montero y, diez segundos después, ponerse a bailar y a gesticular cuando César Pop comienza a tocar la última canción que ha escrito.
Precisamente en eso anda liado ahora Quique, en ponerle letra a una música que ha traído César. Está empeñado en incluir el verso “Yo tuve una chica que me hacía el moonwalker”, pero no le termina de encajar. “Mi intención era la de disfrutar más de este momento dulce, de recoger los frutos del disco, porque empezar a escribir es volver otra vez a la mina, saber que volverás a sufrir. Pero creo que César me ha vuelto a poner en marcha y ya no voy a poder parar”, asegura el artista.
Además está preparando otro proyecto discográfico, un álbum de canciones en las que musicará letras del mencionado poeta granadino Luis García Montero, que también figura en la nómina de sus amigos cercanos. Ya tienen dos temas prácticamente terminados y la unión de ambos talentos promete un resultado brillante. “Es un disco que quiero grabar aquí en España y presentar con banda, aunque todavía es pronto y no hay nada planteado”, declara.
Una última confidencia relacionada con el futuro: ¿Volverá Quique González a trabajar junto a Carlos Raya? “Sí, seguro que Carlos y yo volveremos a hacer cosas juntos”, afirma guiñando un ojo.
Los días se suceden intensos y pronto habrá que abandonar Cantabria. La última jornada, después de pasar la tarde en la “rula” buscando localizaciones para las fotos, subiendo y bajando por el valle, regresamos a Villacarriedo ya entrada la noche, escuchando el CD con las maquetas que dieron origen a Delantera Mítica. Fer se ha quedado dormido sobre los largos cojines de la parte de atrás. Quique conduce tranquilo y César se acerca a la cabina para comentar esas canciones que están sonando desnudas de cualquier artificio, sin trampa ni cartón. Es un momento no exento de magia. Ambos amigos rememoran la última noche que se vieron antes de que Quique viajara a Nashville a grabar su disco. Habían estado de farra y, al despedirse, César se asomó por la ventanilla del taxi que había tomado su colega para advertirle por enésima vez, ante el asombro del taxista: “¡Quique, respeta mis arreglos!”.
El madrileño lo escucha sonriente y asiente con la cabeza. Durante las semanas que pasó grabando en EEUU telefoneó varias veces a su socio para tranquilizarlo: “César, no te preocupes, estamos respetando tus arreglos”.
Esas maquetas en las que ambos trabajaron durante tanto tiempo le dan la razón, porque efectivamente contienen la mayoría de los arreglos musicales que después mostraría el disco definitivo. Las canciones en su versión más íntima y cruda poseen ya la fuerza y la pegada que todos escuchamos después en Delantera Mítica. Joyas así no podían quedarse guardadas en un cajón, había que ponerlas al alcance de todos.
“Esta vez, a diferencia de Daiquiri, llevábamos casi todo el trabajo hecho desde aquí, lo teníamos muy claro y así lo vieron también Brad, el productor, y los músicos que participaron en la grabación”, dice Quique. “Me encanta haber aportado algo a este disco, estoy feliz”, afirma por su parte César, que figura como coautor en los créditos de siete de los 11 temas del álbum. Él fue la primera persona que escuchó Delantera Mítica tras el regreso a España de Quique con el disco bajo el brazo. Así lo relatamos en aquel momento.
Mientras los faros de la furgoneta rasgan fugazmente la negrura de la noche cántabra, suena la demo de No encuentro a Samuel. Como la historia que narra esa canción, la maqueta se grabó tras “liarla muy parda”, a las seis de la mañana, cuando regresaron a casa Quique, César y Alex Muñoz después de un bolo en el Rubicón, en Santander. Nuevamente la música y la amistad entremezcladas. Nuevamente el exceso y el desenfreno, siempre en torno a las canciones.
Porque son ellas el mayor motivo que Quique González encuentra para respirar. Toda su vida está llena de canciones, propias y ajenas, en las que el músico proyecta sus sueños. Estos días en Cantabria se han llenado justamente de eso, de canciones y de sueños. Los mismos ingredientes que contendrá la edición definitiva de Delantera Mítica que verá la luz el próximo 22 de octubre.
Junto a ellos, quizás se guardarán para siempre en esa Obra Completa algunas de las vivencias de estos días descubriendo música, personas y parajes maravillosos en el valle cántabro. Tal vez quedó algo de nosotros en esos lugares.

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Una pasada el reportaje, Chema!!. Consigues que casi lo vivamos in situ!!
que grandes,un abrazo
Chema, maravilloso el reportaje… Ansioso porque llegue el 22-O. Muchas gracias por compartirlo con nosotros. Y sobre todo muchas gracias al Gran Quique y al Gran (en todos los sentidos) César, por dejarnos ver la parte de atrás de ese gran disco… Mil gracias de nuevo…
Felicidades Chema ! Gracias por narrar como sólo tu sabes esos «días cotidianos». Un abrazo
Nos cuesta recuperarnos de la emoción después de leer la maravilla que has escrito. Imagínate lo que podemos sentir al respecto al conocer por fin el contenido de esta historia…
Todas las emociones que de tu crónica se destilan reflejan lo que tuvo que ser la magia de esos días y la cercanía a sus protagonistas. Has creado un texto muy brillante y has hecho de tu experiencia un motivo de profunda alegría para los que te seguimos y, al mismo tiempo, participamos de una intensa admiración hacia Quique González y César Pop. Que esta fantástica crónica vaya a formar parte de la difusión oficial del disco es algo que nos enorgullece (somos tus amigos) y al mismo tiempo entendemos como merecido reconocimiento (somos tus seguidores).
Quique te otorgó su confianza; creemos que tuvo muy buen criterio. Tu autenticidad, implicación emocional y compromiso con lo que narras te definen.
Un abrazo (previo al de verdad, que será esta noche…).
Enorme reportaje. Felicidades y gracias por hacerme pasar un rato agradable leyendote.
Muchas gracias por tu informacion y el buen rato que he pasado leyendo
La chica cuya guitarra firmó Quique en la dichosa azotea de Sevilla sigue pasándose por aquí de vez en cuando, y sonríe al recordar aquella magnífica noche que, por fortuna y casualidad, disfruté contigo. Gran artículo, grande Quique.
¡Un saludo!
Grandes, grandes..!! Pedazo de reportaje!! Felicidades!!!
¡Suertudo! Cuánto debes haber disfrutado… ¡Me alegro mucho, Chema! Abrazo
la segunda vez que lo leo. Me encanta, un artículo lleno de emoción, admiración y respeto. Al final te quedas con ganas de más…