La Bande du Poulet Fou: «Como todas las cosas importantes, el Blues Barroco es una mentira»

1962870_751027324929665_538661247_nAfirman soñar con un futuro en el que, desde lo alto de un escenario, hagan al mundo bailar. «Bailan, luego cabalgamos», filosofan estos seis jóvenes asturianos que, según ellos mismos reconocen, un día se implicaron demasiado con el rock’n’roll. Se hacen llamar La Bande du Poulet Fou y se declaran profetas del blues barroco, una corriente musical de la que jamás nadie escuchó hablar. Ajenos a la incomprensión popular, ellos insisten en perseguir su sueño a través de canciones que reflejan su querencia por el rock, el folk, el country y, en general, «la música viejuna». Acaban de lanzar una campaña de crowdfunding para financiar la edición de su primer disco y han querido hablar de ello en esta curiosa entrevista. El resultado es inquietante, sí.

Chema Doménech

Guillermo Arias (saxo), Cristóbal Iglesias (trombón y trompeta), Charly García (batería), Fer Marín (guitarra), Jaime Martínez (piano y voz) y Pablo Elías (bajo) son La Bande du Poulet Fou, un nombre francés elegido de manera tan arbitraria como Napoleón designó a su también gabacho hermano José como Rey de España. En su caso se conocieron en 2010 en un curso de jazz en Gijón y desde entonces no han parado de ensayar, grabar maquetas y tocar allá donde les han dejado, «incluso en sitios que avergonzarían a una persona decente», reconocen. En estos años han sido finalistas en certámenes musicales como el que organiza en Asturias Los 40 Principales o el Festiamas, han «cartografiado todas las salas de música del Oviedo antiguo» y se han preguntado dónde están escritas, si es que lo están, las leyes del rock’n’roll.

A finales de 2012 autoeditaron su primer EP, Las naves espaciales no tienen marcha atrás, y ahora anuncian su intención de grabar su primer disco de larga duración y para ello lanzan una campaña de crowdfunding que promocionan con el single Si volvieran los dragones. Todos los detalles para convertirse en mecenas de la banda se pueden consultar en este enlace (al final de la entrevista volveremos a recordarlo y también incluiremos el video).

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Desde Esa canción me suena quisimos conocer mejor a esta banda precursora del blues barroco pero, teniendo en cuenta que ninguna de las partes percibe dietas de desplazamiento, se acordó celebrar un encuentro virtual a través del email. Se enviaron a Asturias diversas preguntas para ser consensuadas y, tras pasar por Dublín (ciudad donde está viviendo estas semanas el vocalista y compositor de los temas de La Bande, Jaime Martínez), llegaron de vuelta con sus respuestas correspondientes. Se ignora en qué punto geográfico del periplo adquirieron este tono francamente disparatado. Ahí van:

¿Qué diablos es el blues barroco? Como casi todas las cosas importantes -o que aspiran a serlo- el blues barroco es una mentira. En La Bande sentimos un amor desmedido por el pastiche, así que cada vez que alguien nos preguntaba por nuestro género musical la respuesta era un balbuceo: “Bueno, nos gusta el swing, pero también el country y, no sé, al bajista le mola el trash metal y al saxofonista la ópera de Monteverdi”. Puestos a no decir nada, decidimos decir una nada que sonara bien. Buscamos un género y un adjetivo que no pegaran mucho (ya se sabe, por aquello de epatar a la burguesía), los encerramos en una misma bolsa y esperamos a que la Naturaleza siguiera su curso.

sumarioLas cosas parecen estar ya suficientemente difíciles en la música, ¿por qué La Bande du Poulet Fou? ¿Era necesario un nombre así? Desde luego que no, es absolutamente innecesario. Pero también creemos que hay cierta belleza en lo innecesario. Si comes un entrecot cuando tienes hambre, bueno, su sabor está deformado por tu condición de hambriento. Pero si lo comes cuando estás lleno y a punto de vomitar; si lo comes aunque te estén dando arcadas; si lo comes y aun así lo disfrutas, es que el entrecot es jodidamente bueno. Como diría Woody Allen, La Bande du Poulet Fou es un nombre lo suficientemente feo como para que triunfemos por nosotros mismos.

¿Cómo os definís? Como músicos y megalómanos. Nos apasionan esas producciones abigarradas y sensualmente horteras de finales de los 60 y principios de los 70 (los discos psicodélicos de los Beatles, el último Elvis Presley, Nancy Sinatra, Phil Spector…). Creemos, por otro lado, en toda la música que tiene raíces: desde el bluegrass hasta la xota asturiana (ay, nunca se alabará lo suficiente la labor de Lorena Álvarez y su Banda Municipal o de Los Hermanos Cubero). Una planta sin raíces se seca pronto. Nuestros tentáculos, como se ve, pretenden llegar lejos y, si se tercia, absorber el cerebro de algún fan despistado.

¿Cuál es vuestra mayor pretensión cada vez que pisáis un escenario? Esta es difícil. Podríamos decir, a riesgo de ponernos demasiado estupendos, que el objetivo es alcanzar esa unión animal entre público y músicos que solo se da gracias al Rock and Roll. Si consigues que la gente baile estás haciendo algo bien (lo cual no quiere decir que no estés haciendo otras muchas cosas mal). Bailan, luego cabalgamos.

sumario2¿Pensáis que parte de vuestra fortaleza es la originalidad? Bueno, la originalidad es un concepto romántico —entiéndase bien, del Romanticismo— con el que nosotros no comulgamos demasiado. No creemos que haya nada nuevo ni especial en lo que hacemos. Quizá sí que es cierto que tenemos un optimismo sideral heredado de Chesterton que nos diferencia de los “cansautores” (que diría el genial poeta Jesús Beades). Aunque este optimismo total es, verdaderamente, una versión humorística del pesimismo más aborrecible. No nos gustan las medias tintas. O puede que sólo nos gusten las medias tintas.

Cuando miráis al futuro, ¿qué os gusta ver? Nos imaginamos dirigiendo un Blues Barroco Hall of Fame. Seguiríamos un criterio absolutamente azaroso a la hora de proponer a los miembros y exigiríamos discursos de ingreso escritos en hexámetros dactílicos. Nadie sabría qué es el blues barroco, y como no invitaríamos sólo a bluesmen sino también a oficinistas, carteros y profesores de Secundaria, el propio concepto de blues barroco se convertiría en un paragüas inmenso abierto en un día de sol. La verdad es que, fuera de esta actividad como club, nos encantaría dedicarnos profesionalmente a la música, pero ya lo dijo aquel otro: “Muchos son los llamados y pocos los escogidos”. Por los pocos que escogen ahora, ya se les debe de estar llenando el cupo.

Si después de leer esto quieres que La Bande du Poulet Fou forme parte de ese grupo de escogidos, puedes convertirte en mecenas de su primer disco pinchando aquí. Si prefieres escuchar antes un avance, aquí está el video promocional. En cualquier caso, suerte y que los fantasmas del blues barroco nos guarden a todos.

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