Isma Romero: «No pretendo inventar nada, sólo enseñar mis canciones y hacer rock’n’roll»

Hay quien lo califica como la gran promesa del rock nacional, y lo cierto es que raramente ocurren fenómenos como el suyo. Con sólo 21 años y aún sin disco en el mercado —si bien ya tiene listo su álbum debut, que saldrá en otoño— Isma Romero ha irrumpido como un vendaval en el circuito musical, donde muchas miradas ya están fijas en él. Impulsado por los encendidos elogios que le dedican músicos experimentados como Jaime Urrutia, Rubén Pozo, Ovidi Tormo (Los Zigarros) o Candy Caramelo y, sobre todo, apoyado en las canciones de adelanto que ya se pueden escuchar en los canales digitales habituales, este chico de Benetússer (Valencia) parece destinado a conseguir lo que se ha propuesto, que es vivir haciendo rock’n’roll. Juventud, actitud y talento son ingredientes que Romero atesora en la despensa, dispuesto a cocinar el éxito con una receta infalible: la de las buenas canciones. «Para mí el éxito es poder tocar, grabar discos y ser feliz», afirma.

Chema Doménech

Isma Romero comenzó a tocar la guitarra a los 10 años y a los 15 formó su primera banda de rock, Piso 16. Poco después, un músico de la talla y experiencia de Candy Caramelo se fijó en él y sus caminos se cruzaron. El chaval no tardó demasiado en decidirse a dejar su tierra para probar suerte en Madrid. Al llegar se instaló un tiempo en casa de su paisano Diego García ‘El Twanguero’, músico que ha formado parte de la banda de Andrés Calamaro entre otros muchos artistas, al igual que Candy. Junto a éste comenzó a trabajar con maquetas en su estudio, Candyland Rock, durante meses de intensa actividad que sirvieron para afianzar su amistad y aumentar el grado de admiración mutua.

«Candy creyó en mí y yo en él, así empezó todo», cuenta Isma por teléfono atrapado en el bullicio de alguna calle madrileña, metáfora del revuelo en el que está viviendo estas semanas en las que no para quieto ni un momento. «Creo que es uno de los mejores músicos que ha dado este mundo y es una maravilla contar con él como productor. Sabe entender mi música como nadie y me lleva al sitio al que yo quiero ir, y eso se nota en las canciones que hemos grabado, que tienen magia».

Romero se refiere a los diez temas que forman su disco debut, Antes de que esté prohibido, grabado finalmente en La Cabaña de José Nortes y que se lanzará después del verano. En él intervienen también el mencionado guitarrista Diego García y otro músico de primera división, José ‘Niño’ Bruno, que se encarga de las baterías. Todos hablan maravillas del joven talento, pero éste tampoco escatima piropos hacia ellos: «Yo tenía muy claro qué banda quería y estoy eternamente agradecido al hecho de empezar con la gente con la que siempre he soñado», dice. «De Candy valoro su maestría, la experiencia y su talentazo, pero aparte lo admiro a él como persona, su forma de trabajar y la magia que hay entre nosotros, que es especial. Diego García es una barbaridad, uno de los mejores guitarristas del mundo y encima es de Valencia como yo; un musicazo y un amigo. Y ‘Niño’ Bruno es elegancia, maestría, actitud y grandeza. Es un genio, como todos ellos».

Sobre el disco, Romero explica que lo que más se escucha en él es la sinceridad. «Es un disco de canciones y es un disco de rock’n’roll. Es el primero de la carrera y está hecho desde lo más profundo del corazón», asegura con la fe ciega de sus 21 años. Algunos veteranos músicos que lo han escuchado se han rendido ante el talento y las ganas del joven rockero. «Pocas veces nos encontramos con un primer álbum que vuela tan alto y tan fresco», afirma ‘Niño’ Bruno; «le he visto en directo y ahora oigo su disco: talento, descaro y guitarras de las buenas. ¡Dale fuerte, Isma!», exclama Jaime Urrutia; «suenan muy bien esas Gotas Suicidas que caen desde el avión, jefesito Romero», le dice en un tuit Pancho Varona; «sus canciones beben de la facción argentina del rock español. Lo mejor de todo es que no trata de ocultarlo y le rinde pleitesía y agradecimiento. Más que matar al padre lo que busca es ser parte de la familia», concluye Rubén Pozo, que ha grabado su voz junto a la de Romero en el single del disco, Gotas Suicidas.

Ante los elogios, Romero se muestra prudente y agradecido. «Me siento muy emocionado y esas palabras me dan ánimos y fuerzas para seguir haciendo las cosas cada vez mejor», dice justo antes de referirse a las etiquetas que le sitúan en la senda de bandas como Los Rodríguez, Pereza o Los Zigarros. «Yo es que sobre las etiquetas, pues me dan igual. Ni mucho menos pretendo inventar nada, sólo enseñar al mundo mis canciones y hacer rock’n’roll, que está inventado desde hace mucho tiempo. Que se me compare con esos grupos, pues orgulloso porque es lo que he escuchado toda mi vida, lo que he mamado, desde Los Rodríguez hasta Leño, Fito, Los Zigarros, que son como mis primos… Aunque escucho todo tipo de música, prefiero la que está hecha en castellano porque es la que entiendo, y además en este país tenemos grandes diamantes».

Romero se expresa con la misma frescura que destilan sus canciones. Sabe que está empezando y que le queda toda la vida por delante, pero es un hecho que lleva ya muchos escenarios pateados bajo sus botas y que aún no era ni adolescente cuando se encallecieron las yemas de los dedos de su mano izquierda.  «Me considero guitarrista sí, en el sentido de que entiendo la música, la estudio y sé tocar. No sólo canto y escribo letras, sino que me gusta hacer música, tocar, guitarrear, hacer solos y tocar el piano también. En realidad me gusta todo de la música», afirma, para terminar la conversación con una declaración de intenciones. «El éxito para mí es ser feliz y hacer música, porque es lo único que sé hacer. No he trabajado ni he estudiado, llevo toda mi vida en esto, es lo que me mantiene vivo. Quiero hacer canciones, grabar discos, tocar con mi banda y llegar a la gente. Si no llegas a la gente, no tienes nada».

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