«A los que dicen que soy continuista, yo les tengo que dar la razón». Lo afirma Fito Cabrales aparentemente sin un gramo de preocupación ni propósito de enmienda, consciente de ser eternamente acusado de desacato por determinados sectores del rock, que lo consideran uno de los suyos por su pasado pero permanentemente bajo sospecha por su presente. Un presente que ya dura unos cuantos años, por cierto, y con el que ha cocinado la fórmula del éxito de masas a base, eso sí, de buena música. «Yo sólo hago canciones. No me deis la vara con volver a lo que fui», dice él a propósito de una canción cuyo título constituye una declaración rotunda: Lo que siempre quise hacer. Es uno de los diez temas que componen Huyendo conmigo de mí, el nuevo trabajo discográfico del bilbaíno junto a sus cómplices en esa presunta desobediencia rockera, los Fitipaldis.
Chema Doménech Fotografía: JSMatilla
En la presentación del disco ante la prensa, alguien preguntó a Fito si arropa más el corazón estar en una «banda de culto», refiriéndose a Platero y tú, o en «una banda mediática», como sería el caso de Fitipaldis.«Realmente lo que me arropa de verdad es la música que hago, porque es la que quiero hacer». Con esa contundencia y sin perder la sonrisa ni el buen rollo que transmite responde quien ni consideró nunca a Platero una banda de culto, «nadie lo sentía así, nosotros estábamos drogaos, borrachos y salíamos a tocar, sin más», ni cree que «mediática» sea el adjetivo más acertado para definir a Fitipaldis, banda cuyo puntal es precisamente alguien tan poco amigo de prodigarse en los medios como Carlos Raya, algo que Esa canción me suena sabe muy bien.
Raya, que vuelve a ejercer el papel de productor, es uno de los máximos responsables de ese sonido que, efectivamente, caracteriza a Fito&Fitipaldis y que sigue estando muy presente en este nuevo trabajo, lo que no deja de ser una buena noticia para los miles de seguidores que disfrutan de él. Un sonido de factura impecable, grabado en Madrid el verano pasado en el Estudio Uno de Colmenar Viejo por Joe Blaney y Jordi Cristau y en el Estudio Riff Raff de Carlos Raya en Torrelodones por éste y Héctor Kaz. «Todos los discos intentan seguir una línea», dice Fito, «y en éste hemos intentado que esa línea fuera la sencillez. Queríamos hacerlo sencillo, lo cual es bastante complicado».
El álbum, que aparece tras cinco años de silencio discográfico, contiene los parámetros musicales a los que la carrera de Fito se ha ceñido en los últimos años: patrones de rock clásico de tinte blusero, sin estridencias ni experimentos innecesarios, gusto por melodías efectivas y letras muy bien escritas, en tono cercano y directo, con frases y estribillos que se clavan en el cerebro a la primera escucha.
«Me interesan todas las opiniones, pero musicalmente me encuentro exactamente en las coordenadas que buscaba. Hago la música que deseo hacer», insiste el de Bilbao. «Cuando alguien da el paso de salir de una banda para empezar un proyecto en solitario es para hacer la música que quiere. Si alguien da ese paso y no hace la música que le gusta es que es gilipollas». Tema cerrado
Huyendo conmigo de mí trae, no obstante, más de una novedad. Incluye por ejemplo el tema Nada de nada, en el que Fito se mete en un terreno que no acostumbra a pisar, el de la denuncia. «No lo suelo hacer porque pienso que cuando juntas la música con la política siempre sale perdiendo la música. Intento evitar las canciones de corte social o político porque me canso de ellas echando hostias. Aunque sí tengo el impulso de escribirlas, porque es verdad que ya hay demasiada rabia». Una rabia que él canaliza en versos certeros: «Tiempo de ladrones, de cerrar las persianas», canta Cabrales, y no hay mejor síntesis para lo que hoy se vive en España. «No he podido dejar de escribir una canción así, pero luego he metido a Krahe para compensar», bromea el músico.
Se refiere a Nos ocupamos del mar, una canción que Javier Krahe escribió en los tiempos de La Mandrágora, «la joya del disco», en palabras de Fito. Según dice, «me parece increíble que con 26 años Krahe pudiera escribir una letra como esa. Yo siempre soy respetuoso con las canciones que versiono y lo fundamental es llevárnoslas a nuestro terreno. Tengo un millón de canciones de otros que me han hecho mejor», confiesa. Precisamente hace unos meses una versión de esa misma canción se incluyó también en otro disco, Versos y madera de Dani Flaco, quien declaraba entonces a Esa canción me suena su pasión por el autor de Marieta. Es de suponer que, arrebujado en su sillón favorito, el veterano Krahe estará más que contento.
«No sé por qué gustan mis canciones ni por qué gusto yo, nadie tiene la fórmula del éxito. Lo que está claro es que no existe nadie que pueda grabar discos ni estar años en el rock’n’roll si el público no lo aguanta. Eso es el éxito», confiesa Fito, que a partir de noviembre comienza una gira en pabellones de gran aforo. «Realmente a mí lo que me gusta es tocar en teatros por el contacto con el público», dice, «pero hemos ideado un montaje para que, aunque la gente esté lejos, nos tenga cerca».
En la gira estará acompañado por Los Zigarros, la banda de los hermanos Tormo (Ovidi y Álvaro) que no ha parado de hacer kilómetros y subirse a escenarios desde que salió su disco homónimo, hace un año y medio, producido también por Carlos Raya. «Los Zigarros tienen todo para estar ahí, talento, actitud y fuerza. Gente como ellos demuestran que hay sitio para el rock’n’roll y para la música española», dice Cabrales, que asegura que ha contado con los valencianos porque le gustan y porque se llevan bien en el trato personal: «Salir de gira no es sólo estar en el escenario, luego hay que convivir».
Y por delante le quedan a Fito&Fitipaldis con Los Zigarros como teloneros muchos kilómetros de carretera y muchas risas en el backstage. Esa es, para ellos, la única forma de disfrutar del rock’n’roll, algo sencillo pero difícil de conseguir. Tal vez igual que la sencillez que emana de Huyendo conmigo de mí.
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