Wilco, tormenta sonora en Madrid

Anoche asistí al primero de los cuatro conciertos que Wilco va a ofrecer en España para presentar su disco The Whole Love, celebrado en el Teatro Circo Price de Madrid dentro del ciclo Heineken Music Selector. Horas después, reconozco que todavía me encuentro alterado por la manera en que estos seis tipos sacudieron los cerebros de los 2.000 espectadores que estábamos allí a base de tremendas descargas de rock enérgico, brillante, terrorífico, intimista, luminoso…. En fin, añadid aquí el adjetivo que se os ocurra, seguro que acertáis.

Para Wilco España es especial, y así lo volvió a manifestar anoche Jeff Tweedy sobre el escenario del Price. Es cierto que el grupo siempre ha mostrado un sentimiento especial hacia nuestro país, y viendo los rostros sonrientes y la entrega del público que se reunió anoche para ver a los de Chicago no es difícil adivinar por qué.

Hace unos días conocí a un tipo dispuesto a asistir al concierto de Wilco en silla de ruedas porque había pagado los 120 euros que costaba una de las entradas reservadas a personas con discapacidad, las únicas que no se habían agotado. Lo grande del asunto es que él no tenía discapacidad, sólo un deseo irrenunciable de ver a una banda que suscita fidelidades inquebrantables, por eso planeaba presentarse en el Price sentado en una silla que pertenecía a un familiar cercano, este sí con auténtica discapacidad. Picaresca typical spanish que sin duda, de conocer esta anécdota el oscuro y brillante líder de Wilco, reafirmaría aún más su idea de España como país fetiche.

Ignoro si finalmente el discapacitado impostor llegó a asistir en la silla de ruedas de su pariente al concierto de anoche, imagino que sí. De hacerlo, presenció uno de los directos más apabullantes que se pueden ver hoy en día y que justifica en parte su acción. Casi dos horas de una música que, con el ancla bien sujeta a las raíces de la tradición americana, explora territorios sonoros en los que a veces no parece hallar límites. Así, una balada country como Via Chicago se interrumpe repentinamente en una tormenta de estruendo que aturde los sentidos, las luces centellean cegando al público, mientras Jeff Tweedy, ajeno aparentemente al caos, sigue cantando con su guitarra acústica de manera que cuando el ciclón de ruido amaina el vocalista continúa inalterable su melodía como si nada hubiera ocurrido.

En algún sitio he leído que los discos de Wilco pueden generar acaloradas discusiones, pero sus directos no. Estoy absolutamente de acuerdo. De hecho, muchos seguidores de la banda, tan leales y fieles como exigentes, han protestado en muchas ocasiones por tal o cual deriva en el estilo de un grupo que lleva la experimentación como bandera. Pero ante un directo como el que se vivió anoche en el Price, es imposible no claudicar ni dejar de admitir que Wilco juega en la liga de los más grandes, en la de las bandas que se han ganado el derecho a estar por encima del bien y del mal.

Porque, ¿a quién que no sea Wilco se le permitiría y aplaudiría abrir un concierto con un tema intimista de 12 minutos de duración? Los de Chicago lo hicieron ayer con One Sunday Morning, la última pista de su último trabajo, que se estructura sobre una preciosa melodía repetitiva e hipnótica en la que la guitarra y el piano cobran un protagonismo que va creciendo en intensidad. Anoche resultó una entrada ideal para lo que vendría después, la calma que anticipa la tempestad.

Mención aparte merecen los nombres propios que conforman Wilco, un grupo muy personalizado en su cantante y compositor de todas las canciones, Jeff Tweedy, considerado uno de los más grandes talentos musicales de la actualidad, pero que sin el resto de músicos no sería la banda que hoy es. Comenzando por el delgadísimo y ecléptico guitarrista Nels Cline, un espectáculo en sí mismo capaz de cambiar de instrumento tres veces en la misma canción para arrancarles unos sonidos que te machacan la cabeza. O el motor sonoro de la banda, un inconmesurable Glenn Kotche que imprime a la batería la fuerza de una locomotora que transita tan segura y poderosa por los calmados parajes de la música tradicional como por las vertiginosas e imprevisibles cumbres de la vanguardia. A los nombrados se suman Patrick Sansone, que alterna el piano con la guitarra, Mikael Jorgense, a los teclados, y el bajista John Stirrat, el único colaborador de Tweedy que permanece junto a él desde los tiempos de Uncle Tupelo.

Wilco hizo ayer un repaso a sus mejores discos, poniendo encima del escenario del Price los argumentos que la han llevado a ser considerada la mejor banda del momento en EEUU. Personalmente, yo cumplí el doble sueño de escuchar el solo brutal de Impossible Germany a escasos dos metros de la guitarra de Nels Cline (millones de gracias a mi flamencólico amigo David y a Karina por ello) y de emocionarme con la suave interpretación en la preciosa voz de Tweedy de la que sigue siendo mi canción favorita del sexteto de Chicago, Jesus, Etc.

Un lujo y una suerte haber estado ayer en el Circo Price de Madrid.

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