Si la ilusión fuera siempre premiada con el éxito, el disco que está preparando César García Miranda (César Pop) entraría en la lista de los más vendidos nada más publicarse. Probablemente eso no va a suceder, no corren tiempos en los que además de la ilusión se premie la calidad, pero cuando ese disco llegue a las tiendas después del verano, todo el proyecto habrá merecido la pena aunque sólo sea por el cariño con que ha sido concebido.

Llevo un tiempo siguiendo más o menos de cerca a este músico asturiano, afincado en Madrid desde hace años. Y cuando digo músico me refiero a eso, a una persona que crea música, que la interpreta, la siente, la ama y la acaricia como si se tratara de un frágil y delicado tesoro del que fuera único depositario.
Últimamente he visto en el escenario en diversas ocasiones a César Pop, tocando solo o junto a otros músicos, pues es alguien que goza del aprecio de muchos de sus compañeros de profesión. César transmite ese entusiasmo ingenuo y contagioso que sólo quienes sienten la música como parte de su esencia son capaces de expresar. Ya sea cantando una canción de su cosecha o sentado a los teclados o a la guitarra tocando composiciones de otros, el artista disfruta al mismo tiempo que hace disfrutar. Lo saben bien los asiduos a sus bolos en el circuito clásico madrileño: Búho Real, Libertad 8, Costello…
Como digo, hace años que César dejó su Asturias natal para venir a «triunfar» a la capital. En su tierra quedaron varios discos grabados con grupos como Los Débiles o Babylon Chàt, de quienes formó parte como guitarrista y pianista (César estudió ambos instrumentos desde niño).

Respeto. Tras su llegada a Madrid, en el verano de 2004, se incorporó como teclista a Le Punk, grupo nacido en el barrio de la Alameda de Osuna, con el que graba el segundo disco de la banda, No disparen al pianista. En esta época, César alterna su labor en Le Punk con un trabajo que habla por sí solo de hasta qué punto al asturiano le corre la música por las venas. Durante meses se emplea como pianista en el Toni2, un añejo piano-bar de la capital, en el que seis noches a la semana, de 12.00 a 6.00, se dedica a tocar boleros, pasodobles y rancheras que muy gustosamente canta el público (de mediana edad para arriba) que frecuenta el local. Es decir, un amante del rock influenciado por Petty, Dylan, Williams o Lennon dedica su arte y su sensibilidad a interpretar canciones populares cada noche, con tal de seguir ligado al mundo que ama y vivir de la música. Eso, como poco, se merece un respeto. El mío lo tiene.
«Fue una experiencia muy enriquecedora con la que disfruté de muchos momentos mágicos», afirma César refiriéndose a aquella época. «Además de autores e intérpretes anglosajones también amo a José Alfredo Jiménez, a Carlos Gardel, a Quintero y Quiroga y a la música popular en general. Pilotar el piano del Toni2 durante tantas horas me aportó conocimiento y canciones. Fue genial, aunque agotador, sobre todo por los horarios».
En el piano-bar recuerdan con cariño a César, un afecto correspondido, como demuestra el hecho de que posteriormente, colaborando con Deluxe, el pianista grabara en el local el trabajo Piano Bar Sessions. También ha dedicado un tema al establecimiento, Toni2, café teatro, que aparecerá en su primer disco como solista, y de vez en cuando aún se deja caer por allí para, como él dice, «cantar unas coplillas».
En 2006 el artista asturiano comienza a trabajar como teclista con Pereza, con quienes graba Aproximaciones (junto a Leiva, es autor del tema Estrella Polar) y, un año y medio después, Aviones. Desde entonces, César Pop se mueve en el mundo de la música como pez en el agua. Igual participa en un trabajo de Quique González (escribió la música de Riesgo y Altura, de Daiquiri Blues), que le pone fondo de piano a unos poemas de Carlos Tarque (M Clan).
En definitiva y como decía al principio, es un músico. Si yo necesitara que un piano o unos teclados ilustraran algún capítulo de mi vida, me gustaría que escribiera e interpretara la música César Pop. Este mismo texto cobraría otra dimensión si el lector pudiera leerlo bajo el arrullo de unos acordes imaginados por el artista.
Por eso será una buena noticia la publicación de su primer disco en solitario, que lleva meses preparando con el cariño y la dedicación de un artesano que cuida hasta el más mínimo detalle de su obra. En su blog Paredes Desnudas, César fue narrando las sesiones de grabación con la ilusión propia de quien no ha perdido la inocencia y celebra cada paso adelante como un acontecimiento extraordinario. El álbum contará con varios invitados, entre ellos el gran Pancho Varona.
Espero que funcione y le vaya bien y que, saltándose la norma, la ilusión y la calidad sean en esta ocasión premiadas con el reconocimiento del público. En cualquier caso, habrá merecido la pena. Por el cariño y el entusiasmo.
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