
A cualquiera le pueden exigir la excelencia en su trabajo, pero que además lo lleve a cabo con ilusión no cabe en el contrato. No hay dinero que compre ese plus que está más relacionado con el corazón que con el bolsillo. Por eso a veces ocurre que, unida al esfuerzo y a la pasión, la ilusión tiene recompensas que no son precisamente monetarias, y quizás eso no importe cuando se trata de acumular razones para seguir alimentando la fe en lo que se hace. La inauguración de la exposición ‘Realidades paralelas’ de la fotógrafa Marta Pich y la artista plástica Dolors Guarro esta semana en Madrid fue una prueba de ello.
Porque esta muestra, que fusiona la fotografía y la pintura con la música y está abierta hasta el 4 de mayo en Tormenta y Marea (Manuela Malasaña, 23 – Madrid), es esencialmente producto de la ilusión. Sobre todo de la de Marta Pich, una joven catalana que hace años encontró en la fotografía el medio para canalizar su pasión, la música.

Marta se compró su primera cámara en el año 2000 y enseguida comprendió que una imagen podía ser el medio perfecto para dar forma a esas punzadas que sentía muy dentro al escuchar a determinados artistas interpretar determinadas canciones. Por eso comenzó a acudir a conciertos con su cámara, pagándose la entrada, e intentando que alguien después valorase ese trabajo realizado a golpe de emoción.
En el año 2003 se convirtió en la fotógrafa oficial de Los Secretos, uno de los grupos de su vida, a quienes ha acompañado ya en numerosas giras (precisamente acaba de embarcarse con la banda madrileña y Mahou en ‘Déjame estar a tu lado»), y todavía le dio tiempo a vivir profesionalmente los últimos años boyantes de la industria musical, en los que se editaba una gran cantidad de conciertos en CD y DVD cuyos libretos requerían de imágenes de calidad. Por su objetivo pasaban entonces artistas como Andrés Calamaro, Antonio Vega, Miguel Bosé, Alejandro Sanz o Raphael.

Aquellos años de mucho trabajo se acabaron pero Marta no paró. Tampoco dejó de sentir el latido de la música ni la necesidad de expresarlo a través de fotografías. Siguió acudiendo a conciertos y disparando su cámara, tratando de capturar ese instante mágico en que una melodía, una letra o un acorde se hacen hueco para siempre en la vida de alguien.
Y 15 de esas capturas son las que ha llevado a la exposición «Realidades paralelas», aunque eso no es todo. Inquieta y en permanente búsqueda, hace meses pensó que la pintura sería la acompañante ideal para sus fotografías. Por eso comenzó a enviarle a su buena amiga Dolors Guarro canciones determinadas, elegidas cuidadosamente por ella por su significado especial, para que la artista plástica (que en la mayoría de los casos no las conocía) expresara sobre un lienzo todo aquello que cada una le inspirara. Así, temas como Te espero, de Antonio Vega, La próxima montaña, de César Pop, Inestable, de Jorge Marazu o Aunque tú no lo sepas, de Quique González, dan forma a una exposición original en la que las instantáneas de cantautores o grupos musicales en blanco y negro contrastan con la explosión de color de las pinturas. Al lado de cada doble obra aparece impresa la letra de la canción que la inspiró. Dos realidades artísticas paralelas unidas a través del nexo universal que es la música.

La ilusión y el trabajo concentrados en este proyecto tuvo su recompensa el pasado miércoles, durante la inauguración de la exposición. Allí se dieron cita muchas personas en cuyas historias particulares también hay grandes paralelismos con la música como telón de fondo. Y Marta y Dolors fueron arropadas por algunos de los artistas protagonistas de las imágenes de la exposición, como Eva Amaral, Quique González, Ramón Arroyo o Santi Fernández, de Los Secretos.
Marta había reservado una sorpresa final: la actuación acústica de Txetxu Altube, líder de Los Madison, el grupo madrileño que últimamente le quita el sueño a esta catalana. También estaba allí su guitarrista, José Luis Martín. Con sus canciones, Txetxu puso la guinda perfecta a un acto que pretendía ser sencillo y que se convirtió en todo un acontecimiento.
Es el premio que a veces otorga la vida a quienes se mueven al ritmo que marcan sus emociones. La recompensa por mantener la ilusión.

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Fue un auténtico privilegio el estar allí y un placer el revivirlo ahora con tu post. En estos tiempos tan inciertos, tenemos que sentirnos muy agradecidos a nuestros artistas (tú incluido), que nos alimentan las ilusiones y nos hacen participar de la recompensa.