Abro el facebook y leo que hoy, 11 de enero, Daniel Merino presenta su nuevo disco en Bilbao junto a ‘Los Jeremías Johnson’. Si esta noche me encontrase en la capital vizcaína ya tendría plan, acudiría sin dudarlo a ver a Dani y su banda porque no hay que desaprovechar ninguna oportunidad de escuchar buena música bien tocada y bien cantada. Hoy esa oportunidad se brinda a partir de las 23.00 horas en la sala Evidence.
Escuché por primera vez el nuevo disco de Dani hace varios meses, cuando tuvo la gentileza de enviármelo vía e-mail. Todavía no había fecha para el lanzamiento, por lo que desde ese momento me dediqué a disfrutar de sus canciones en ‘armoniosa y relajada’ parsimonia, como sugiere la letra del tema que da título a este trabajo. Por fin, fue el pasado mes de diciembre cuando El placer de no hacer nada se hizo tangible en forma de CD editado por La Produktiva Records, sello del músico Nando Caballero.
Se trata del cuarto álbum de este músico de Getxo, un trabajo que, de nuevo, confirma dos cosas: el personalísimo e inconfundible estilo que Daniel imprime a sus canciones, tanto en la composición como en la interpretación, y su amor por los sonidos americanos sustentados en instrumentos como la guitarra acústica, la armónica, el dobro o el pedal steel. Además de dejar claro una vez más lo bien que suenan estas composiciones acompañadas por el buen hacer de ‘Los Jeremías Johnson’.
Hace tiempo ya hablamos aquí de Dani Merino para reseñar su disco anterior, Otra vida, en un texto titulado Los americanos del Norte, en alusión a la gran cantidad de buena música de raíz americana que desde hace tiempo prolifera en toda la cornisa cantábrica. Sin duda, él es uno de esos norteños enamorados de aquel rock que comenzó a cruzar el Atlántico entre los 60 y los 70 gracias a artistas como Dylan o Young. El sonido de El placer de no hacer nada procede de allí, es country, rock y folk made in USA, aunque esté registrado en Cantabria, en los estudios Guitar Town, bajo la producción, muy acertada, de Hendrick Roever, guitarrista y cantante de Los Deltonos.
En este cuarto álbum de su carrera, Daniel Merino sigue profundizando en esas canciones que narran de principio a fin y en primera persona historias a veces cómicas, a veces dolorosas y casi siempre entrañables. Ya quedó escrito por aquí que las canciones de Dani se escuchan con una sonrisa en los labios, y eso se debe a su facilidad para introducir al oyente en unos relatos que lo mismo le transportan ante un juez después de participar en el asalto a un tren que a la cama de una amante apasionada con quien vivir una aventura infiel y prohibida.
Le gustan a Dani esas “canciones de cuernos” como él las llama, que en este disco tendrían su representación en Diferentes de los demás o Como dos delincuentes. También canta al amor, a veces de manera desgarrada (los emocionantes Certezas absolutas o En la oscuridad son los temas quizás con mayor carga sentimental del disco), y, como es habitual en él, deja muestras de su ilimitada imaginación en canciones como Mi futuro yo, que narra un disparatado encuentro de Dani Merino con su “yo futuro”, que le anima a seguir en la música y con quien terminará una madrugada cantando canciones de Springsteen en el Toni2.
Los pasajes más autobiográficos aparecen en Un hombre de provecho (“Ya desde pequeño mis padres se esforzaron con decisión y empeño en que pasara por el aro”) o en la canción que titula el disco, El placer de no hacer nada, donde el músico expone su anhelado proyecto de retirarse a una cabaña en la montaña, en compañía únicamente de su guitarra, para disfrutar de la tranquilidad y el placer de ver caer las nevadas mientras fuma una pipa bien cargada.
Sin duda, Daniel Merino es un artista original que ha sido capaz de adaptar sus influencias musicales a su personalísimo punto de vista. Es bueno tener un criterio, una marca que te diferencie de los demás, y Dani -aunque en una canción se defina como un tipo sencillo que nunca ‘pide nada fuera del menú’- la tiene.
Hace tres semanas se plantó en Madrid con su guitarra acústica y su camisa de rock para dar un concierto en el Libertad 8. Como siempre que viene por la capital, avisó con un mensaje (es alguien detallista) y me acerqué a verlo. Fue un bolo emocionante, en el que le acompañaron otros ilustres ‘americanos del Norte’ como Gorka Aginaga, Edu Vázquez, Íñigo Coppel o Sara Íñiguez. Estos dos últimos colaboran también en el disco, grabado con la banda habitual de Merino, ‘Los Jeremías Johnson’, formada por el mencionado Gorka Aginaga, su hermano Josu (guitarras), Edu Landeta (batería) y Daniel Gutiérrez (bajo).

Daniel Merino repasó en el Libertad la mayoría de temas de su nuevo disco, cantando y tocando de forma impecable la guitarra, la armónica y el piano. Ese mismo día acababan de salir de fábrica los CD de El placer de no hacer nada y, al despedirnos tras el concierto, me regaló uno. “Escribiré algo sobre este disco», le prometí. «Pero sólo si te gusta”, contestó él.
Al igual que los lectores habituales de este blog, Dani sabe que aquí sólo escribo de lo que me gusta.
Si estáis hoy en Bilbao, no lo dudéis. Sala Evidence, a partir de las 23.00 h.
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Pedazo músico! Qué descubrimiento! Gracias por el post, no conocía la música de este artistazo. Estoy buscando cosas suyas en Internet y estoy flipando en colorines: por si no lo conocías, he encontrado este concierto en el programa Jungla Sonora http://www.youtube.com/watch?v=8c7E3WHAHkg
Saludos!