Llevo una semana escuchando música americana firmada por un tipo de Toledo, Julián Maeso, que acaba de publicar su primer trabajo como solista, Dreams are gone. Apenas he encontrado crónicas, entrevistas o reseñas en medios de comunicación sobre este lanzamiento, algo que, aunque a estas alturas ya no sorprenda, no deja de ser injusto. Es una opinión personal, claro, como también lo es la percepción de que el de Julián Maeso es uno de los grandes discos que se van a editar en España este año.
Hace unos días Maeso y su banda presentaron el disco en la Moby Dick en Madrid, y ese día perdí la oportunidad de comprobar el magnífico directo que me han asegurado que poseen, pero pienso enmendar pronto ese error. Sólo he visto a Julián Maeso en acción acompañando al hammond a Quique González o con los Sunday Drivers, uno de los grupos en los que se ocupó de los teclados y responsable de canciones bonitas como Love, our love. Pero después de escuchar repetidamente Dreams are gone, doble CD editado por Sony, sólo puedo decir que estoy tan sorprendido como encantado de que se haya publicado un disco tan condenadamente bueno.
Sabía que Maeso era un gran músico (Quique siempre ha sabido elegir a sus colaboradores de entre lo mejorcito, y el de Toledo tiene fama de ser uno de los grandes expertos en hammond) pero ahora también sé que es un compositor exquisito y un vocalista solvente, aparte del alarde que en el disco hace como multiinstrumentista, en el que se ocupa de guitarras eléctricas y acústicas, bajo, batería, piano Wurlitzer, ukelele y varios instrumentos más.
Como dice la etiqueta promocional, esta colección de 19 canciones constituye «un álbum esperanzador, una obra mayor y única en la escena musical española». Estoy de acuerdo, es como escuchar en un solo trabajo ecos de Young, The Band, Dylan, la Creedence y todas las raíces que soportan ese gigantesco y poderoso árbol crecido en territorio norteamericano, del folk al pop, del gospel al soul, del blues al rock.
Canciones increíbles, como We Live Behind A Shadow, casi siete minutos de música genuina, de largo desarrollo para dar protagonismo a su profunda vertiente instrumental; o una que me vuelve loco, It’s Been a Hard Day, escrita a medias con Lyndon Parish, ex guitarrista de Sunday Drivers, cuyos dulces y rotundos latigazos de hammond son desde hace días lo último que mordisquea mis oídos antes de irme a dormir.
Si recomiendo este disco me quedo corto. Casi obligaría a cualquier amante de la buena música a que se acercara cuanto antes a una tienda y lo comprara. Yo lo hice hace unos días y además había oferta, comprando el CD, y por sólo tres euros más, te marchabas también con el vinilo que incluye un tema adicional. Quien se lo lleve a casa lo agradecerá, es de esos discos que te ponen de buen humor, aunque tengas que escucharlo en un país que económica y socialmente se va por el sumidero. Consuela algo saber que en España contamos con músicos cuyo talento es aún más grande, (aunque tal cosa no parezca posible) que la mediocridad, corrupción y avaricia de tantos altos, medios y ramplones cargos públicos y privados de todos los colores que padecemos. Julián Maeso es uno de esos músicos que no permite que nos roben la ilusión, y una prueba es este gigantesco Dreams are gone con el que, desmintiendo al título, demuestra que los sueños no se van. Ya me lo diréis.
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Me parece un discazo. Impresionante.
Tremendo!!!!
Menudo crack este Maeso. El disco es simplemente una obra maestra pero hay que ir a ver el directo. Ahi se deja el alma si es que le queda algo despues de vendersela al diablo a cambio del discazo que se ha marcado.
Muy buena cronica, mi enhorabuena (envidia me da no haberla hecho yo).
Un abrazo.
El mejor disco publicado en España desde hace mucho tiempo