‘Orbit One’, un lujo de Paul Zinnard

Hoy una reseña para recomendar fervientemente ‘Orbit One’ (Two Mad Records), el nuevo disco de Paul Zinnard, seudónimo del músico mallorquín Carlos Oliver. Desde que hace unos días me lo pasara mi amigo más flamencólico, no he podido dejar de escuchar este conjunto de historias cotidianas narradas a través de letras y melodías evocadoras engarzadas en unos cuidadísimos arreglos instrumentales con protagonismo de la cuerda. Canciones que llevan en su esencia los ecos de la larga tradición de la música de raíz norteamericana, cantadas en inglés porque de ese idioma proceden las referencias del autor.

Inspiración que, a juzgar por lo que se escucha, bebe de las fuentes de Hank Williams, de Cash, de Neil Young o de Dylan. Temas que, con el barniz personal de Zinnard, no desentonarían en un disco de Wilco o de Ryan Adams, por nombrar a artistas de la generación del mallorquín, que cuenta ya con una larga trayectoria a sus espaldas desde que en 1998 fundara The Bolivians junto a José Nortes y Enzo Filippone.

Con ellos grabó dos discos: ‘The Bolivians’ (Rompeolas 1999) y ‘Midnight small talk’ (Rompeolas 2000). Tras su disolución Oliver formó The Pauls, su banda actual, con la que ha grabado cuatro trabajos: ‘The Champion of the world’ (2002), ‘Last Sunday’ (2004), ‘Miss Tokyo (2007), y ‘A flair for dancing’ (2009).

Músico inquieto, en 2010 inició su camino en solitario bajo la identidad de Paul Zinnard con la publicación de ‘Songs of hatred and remorse’ (Canciones de odio y remordimiento) que, haciendo justicia al título, presenta canciones crudas, desnudas de cualquier artificio. Ahora, con ‘Orbit One’, Carlos Oliver ha hecho un trabajo menos austero, más eléctrico y brillante en sus arreglos de cuerda, que vuelven a incluir instrumentos como el violín, la viola o el cello. Bellas melodías que arropan las historias que narra el músico, quien para escribirlas confiesa haberse inspirado en lo que pasa a su alrededor. Un ejemplo es ‘Listen everybody’, nacida a partir de un recorte de periódico que contaba el caso de unos chicos que subieron a un autobús en Río de Janeiro para atracarlo con pistolas de juguete. No contaban con que entre los pasajeros había gente que llevaba pistolas de verdad, y el intento de atraco se saldó con la muerte de dos de los muchachos.

Temas que demuestran que la cotidianidad puede cargarse de emoción si se afronta con la suficiente dosis de sentimiento, tal y como hace Paul Zinnard en este maravilloso ‘Orbit One’. Un lujo de disco de un artista minucioso y en búsqueda constante.

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