Joe aprieta fuerte los párpados cuando canta y dibuja en su boca un rictus que acaba pareciéndose a una sonrisa. Probablemente lo sea. Algunos versos, más que terminarlos, los sugiere, susurra las últimas palabras y las deja flotando un instante en la oscuridad, brillan fugazmente y desaparecen. Si no las atrapaste, ya han volado. Es noche de jueves y todo está en su sitio. El frío en la calle y el calor de los amigos en torno a unas mesas sembradas de tercios de cerveza. En el escenario Joe Eceiza se vacía los bolsillos, hasta hace un rato rebosantes de canciones. Las va mostrando una a una y las ofrece en envoltorios de lujo que Toni Brunet saca de su guitarra. El público, que en buena parte viene ya entregado de casa, agradece el regalo entre aplausos y vítores. Suena He vuelto a amanecer y la canción de Le Punk parece destinada a describir la escena que se desarrolla esta noche en La Fídula. La protagoniza el tipo que eligió cambiar el botín por sentirse vivo. El mismo que, en la penumbra, aprieta fuerte los párpados y parece que sonríe cuando asegura que todo irá bien.
Joe, que de haber sido pintor quizás sería un maestro del claroscuro, debería acuñar un término musical para definir el arte de extraer luz de las tinieblas. Porque es eso lo que hace este músico que nació en Bilbao, pasó su infancia en Marbella y la edad adulta lo encontró tocando en los locales de ensayo de la Alameda de Osuna, en Madrid. Muchas de sus canciones hablan de derrotas pero no son derrotistas. Al contrario, afrontan el fatalismo desde un plano optimista, tienen la cualidad de hacer sentir bien a quien las escucha. Son luminosas. Esta noche, el ambiente de alegría general con el que acaba el concierto da fe de la veracidad de esta afirmación.
Antes del bolo Joe también se mostraba contento. Hace sólo unos días que Le Punk, el grupo en el que se graduó como guitarrista y escritor de canciones, reventó la sala Copérnico en un concierto de regreso después de un parón de varios años. Y hay planes sobre la mesa: grabación de álbum, nueva gira… Pero con calma, recreándose en el viaje. Mientras tanto, él continúa con su proyecto en solitario, escribiendo canciones y preparando también disco. Toni Brunet, que guarda en su guitarra un tratado inabarcable sobre el buen gusto, confesará después en confianza que los nuevos temas que estos días le está enseñando Joe superan un listón que ya de por sí está muy arriba. Toni sabe de lo que habla, es el productor del trabajo más reciente de Eceiza, Tu luz danzando, y suele acompañarlo en conciertos como el de esta noche.
La imagen que ambos proyectan desde el escenario podría ilustrar la portada de un manual acerca de cómo disfrutar haciendo música. La naturalidad con la que desgranan cada tema hace pensar que llevan tocando juntos toda la vida y, aunque no es así, nadie se atrevería a negarlo. La exquisitez en los arreglos y armonías de Toni Brunet se revela perfecta para realzar la delicadeza de estas canciones de triunfo y tristezas. Joe bromea a media voz entre canción y canción y sus palabras son conveniente y sonoramente jaleadas: por aquí andan los colegas con ganas de lío. Pero a la hora de cantar, la sala enmudece para escuchar en un silencio cómplice y respetuoso. Bravo.
Eceiza aborda canciones de su primer disco, que incorpora en el título una declaración de principios no exenta de ese fatalismo optimista antes referido: Mejor perder que huir. Suenan temas como El día de tu boda, La vecinita o La reina del drama, si bien el mayor protagonismo en el repertorio es para Tu luz danzando, el álbum que estrenó a comienzos del pasado verano. En él hay canciones infalibles como Viejos fantasmas, Adiós, Nunca una canción o la que da nombre al disco, una idea que el músico tomó prestada de un asiduo al bar en el que durante años trabajó como camarero. Joe canta también la preciosa He vuelto a amanecer, como lo hizo en Mátame, el disco de Le Punk editado en 2008. Todo irá bien, dice el estribillo y, si no, para eso están aquí los amigos, entre los que hay algunos músicos. Finalmente uno de ellos, Pablo Galiano, otro partidario de combatir el drama celebrándolo, acabará subiendo al escenario para, junto a Eceiza y Brunet, terminar el bolo a lo grande con Toda mi gente va a ir al infierno, un pildorazo de negritud.
Sin duda, hoy no será la noche en que todo Madrid se entere de que en un rincón de Huertas hay dos tipos que no escatiman en talento y clase. Tampoco es esa la aspiración de Joe, un trabajador de la música que en una entrevista reciente en esta web exponía unas pretensiones más modestas: «Ya no hago canciones porque crea que me va a ir muy bien y voy a poder vivir de ello. Las hago para poder contar mis cosas, para que la gente las escuche y las disfrute», decía. Y concluía: «Cuando alguien me dice que se ha emocionado escuchando una canción mía, a mí eso me salva el mes».
Pues Joe, febrero está salvado.
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