A veces no somos conscientes de ello, pero ocurre. Un estribillo, un riff de guitarra, un verso que se clava en el corazón pueden cambiarte la vida. Quizás parezca exagerado, pero creo que no lo es. Una canción concreta hizo que quisiera aprender a tocar la guitarra. Y sé que esto no sólo me ha ocurrido a mí. En la adolescencia, mis sueños fluían animados por una música que hoy sigo escuchando y que no dejaré de hacer, porque ella motivó que mis ilusiones fueran aquellas, y no otras. He forjado amistades que tal vez serían más débiles si un puñado de canciones no hubiera enlazado aquel cariño mutuo manteniéndolo firmemente atado hasta hoy. Clarence Clemons, el saxofonista de la E Street Band, cuenta que una vez se le acercó un tipo para darle las gracias porque, según le dijo, el solo de saxo de Jungleland le había salvado la vida. Lo creo. Creo que un momento inspirado, mágico y brillante como ese solo de Big Man puede redimir a alguien y rescatarlo del más tenebroso agujero. Y también creo que mi vida sería diferente si no existieran Springsteen o Quique González. Y que yo no sería el mismo si nunca hubiese escuchado la voz de Enrique Urquijo o no se hubiera escrito El sitio de mi recreo.
Si quieres unirte a la página de este blog en Facebook, pincha aquí.
Este obra está bajo una licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.
A veces no somos conscientes de ello, pero ocurre…. Descubrir la pasión de tu pareja por la música te puede acercar a ello tanto que también te cambie la vida. Yo he tenido la suerte de que eso me ocurriera.
A mi me pasa algo similar, me quedo embobado escuchando Sultans of Swining y su riff de guitarra. Y por supuesto mi vida no hubiera sido la misma sin escuchar cada mañana una canción de Burning.
Bonito comienzo, con sabias palabras. Sí, estoy contigo. Una canción, un verso, tan sólo una palabra, puede abrirnos un camino o dirigirnos a lo que quizás jamás habríamos soñado.
¡Feliz música!